Columnas

PRESENCIA

La Libertad de Expresión de 1951 y su exigencia actual

El asesinato de Toño de la Cruz aun sin justicia

El Heraldo de Tampico, un monumento a la mordaza

ANA LUISA GARCÍA G.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos destaca en su sitio web la conmemoración del Día de la Libertad de Expresión” este 7 de junio, una fecha instituida en 1951 por el presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, si bien el origen de la festividad tuvo dedicatoria para el ejercicio libre de la prensa, y confirmar su independencia dentro del marco democrático de nuestra nación, hoy este derecho que trasciende a todos los estratos sociales sin límite del ejercicio profesional del periodismo, es el que estaremos recordando.

Es cierto que hay heridas profundas en nuestro gremio por el asesinato de varios de nuestros compañeros en el país, y particularmente el del periodista Antonio de la Cruz de Cd. Victoria, acribillado a balazos, además de la muerte de su hija que también recibió un impacto de bala. Hay otros sucesos que tienen que ver con la desaparición de personas y actos de violencia que reclaman justicia, y para ello está este derecho humano consagrado en los artículos 6 y 7 de nuestra Constitución Política.

Hecha esta reflexión, hoy miércoles 7 de junio el gobernador Américo Villarreal Anaya sostendrá un encuentro con representantes de la prensa para conmemorar el Día de la Libertad de Expresión, una práctica que dejó de realizarse durante el sexenio anterior, si bien hubo cuando menos dos convivios pero con otra naturaleza.

Los gobernadores tamaulipecos a lo largo de la historia habían celebrado el 7 de junio hasta antes de 2016, con un acercamiento con editores y periodistas para refrendar el respeto de su administración a la libertad de expresión.

POR QUÉ SE INSTITUYÓ EL 7 DE JUNIO. Miguel Alemán como secretario de Gobernación en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, tuvo mucho acercamiento con la prensa a la que facilitó la importación de papel durante la Segunda Guerra Mundial, de ahí que siendo Presidente de México a partir del 1º de diciembre de 1946 mantuvo esas conexiones.

Un grupo reducido de editores sostuvieron una charla durante una comida con Alemán para agradecer su apoyo durante la Segunda Guerra Mundial, y de ahí surgió la propuesta presidencial de hacer una comida anual con los editores del país, posteriormente en ese marco de empresarios del ramo editorial se instituyó el 7 de junio de 1951 como el Día de la Libertad de Expresión, incluso la voz popular empezó a manejar el concepto de el “Día de la libertad de Prensa”.

De tal manera que la celebración del 7 de junio era únicamente con editores y el Presidente, no con reporteros, columnistas, foto-periodistas, camarógrafos, etc. La costumbre se extendió a los estados con los gobernadores y los propietarios de los medios de comunicación, a los periodistas se les conmemoraba el 4 de enero, “Día del periodista”, eran dos festejos separados.

En Tamaulipas se dio por primera vez un convivio con editores y la tropa periodística juntos, eso fue durante el gobierno del Dr. Emilio Martínez Manautou, y a partir de ahí cada mandatario con su propio estilo decidía entre las dos opciones. Incluso hubo sexenios de mucha coordinación entre los jefes de prensa de Palacio de Gobierno y de la Presidencia Municipal, y acordaron que el 7 de junio se efectuaba el evento con el gobernador y el 4 de enero era la convivencia del alcalde con los representantes de los medios de comunicación.

LA QUINA PISOTEO LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.- En 1982 una huelga ilegal solapada por los gobiernos de la República y del Estado, socavaron una empresa periodística que representó en ese momento empleo para 136 elementos,QUE desde reporteros, personal de mesa de redacción, publicistas, prensistas, encargados de circulación, choferes, etc. Ambos niveles de gobierno dócilmente acataron las peticiones del otrora poderoso líder del STPRM, Joaquín Hernández Galicia.

Efectivamente El Heraldo de Tampico, reprodujo textualmente notas periodísticas publicadas en la prensa nacional, particularmente de Excélsior, que aludían a los excesos de poder de La Quina, quien tenía su residencia en Cd. Madero. Don Joaquín financió con recursos de Pemex a una parte de los empleados de la casa editorial, pero además logró efectuar una votación ilegal con la que se colgaron las banderas roji-negras.

Y en la parte final del movimiento, hizo que las autoridades de conciliación dictaminaran la liquidación de los empleados huelguistas, mientras que los trabajadores que fueron fieles a la empresa no obtuvieron ese beneficio.

Lo que está claro es la complicidad de los gobiernos priistas en esta historia, y lamento tener que referirme a ellos con la etiqueta de un partido que merecía haber tenido mejores representantes en el servicio público, o en el poder.

Finalmente el 10 de enero de 1989 aprehendieron a La Quina en su domicilio de Cd. Madero, el mismo gobierno que lo encumbró, esa vez lo acusó de delitos un tanto cuestionados.

El corolario es que la Quina está en la tumba, El Heraldo de Tampico en ruinas, y su edificio es un monumento a la mordaza periodística perpetrada, un suceso que no debe repetirse en este país.

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