EN VISTO
La misma historia
Dora de la Cruz
Las ocho renuncias, incluyendo la de la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, es un tema que, vinculado a un interés personal, tiene que ver con una pensión millonaria que se asigna, luego del retiro, y esto lo único que demostró es que, primero son sus dientes y luego el pueblo.
Los juristas y no, expertos en el tema, han generado un gran debate, unos a favor y otros en contra de la reforma judicial; lo cierto es que se percibe un temor al voto de la ciudadanía, que es lo que verdaderamente está atrás de esta oposición de magistrados, quienes tienen toda una estructura, enraizada en el sistema judicial, plagada de nepotismo, amiguismo y compadrazgos, en los cargos de este Poder.
Asustados están, de que ahora la ciudadanía sea quien los elija a través del voto, porque anticipan una derrota en la elección, ante la ineficiencia que hasta ahora ha demostrado, pero además de que balanza no hay, por parte del Poder Judicial.
Ahora cuestionan, que será Morena quien meta mano en el sistema judicial, no porque lo vaya a hacer, sino porque siempre lo hizo el partido en el poder, durante los anteriores sexenios, antes que llegara el Partido de izquierda a la Presidencia de la República. Incluso la ex ministra de la corte Olga Cordero, preguntó “por qué se asustan”, si antes en el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional, había amiguísimo en el Poder Judicial.
En Tamaulipas, también es la misma historia, la estructura judicial, está integrada por magistrados y magistradas afines al Partido Acción Nacional, que gobernó en el sexenio pasado y que sigue defendiendo intereses de ese grupo político y lo peor, es cómo impiden se aplique la justicia.
Así como en otros estados ocurrió, en el nuestro, no fue la excepción: el exgobernador del PAN fue quien designó a las magistradas y magistrados, muchos de los cuales son amigos suyos o trabajaron con él cuando fue alcalde en Reynosa. Esta designación ha generado un evidente conflicto de interés. Ahora, aquellos magistrados se escandalizan, por la reforma judicial, argumentando que no se garantizará la democracia ni la independencia del poder. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿realmente existió esa independencia hasta el esquema actual?
La situación pone de manifiesto las contradicciones en el discurso de quienes, habiendo sido parte del sistema, ahora se muestran en contra de los cambios necesarios para una justicia más equitativa y transparente, respaldada por la ciudadanía.
Y la semana pasada en redes sociales, el termómetro popular, sobre la renuncia de las magistradas y magistrados, fue evidente, celebraron la renuncia de las y los ministros de Corte de Justicia de la Nación, como una muestra de que hay un pueblo que no está conforme con el trabajo en materia de impartición de justicia.
El voto de la ciudadanía siempre es sinónimo de democracia, le guste o no a una minoría. Hoy, el poder judicial se resiste a la opinión del pueblo y quiere seguir actuando con una autonomía convenenciera, aunque no cumpla con garantizar la justicia; es hora de que este Poder escuche la voz de las y los mexicanos.