Columnas

SINGULAR

¡No fue Claudia!

Por Luis Enrique Arreola Vidal

Qué curioso es el oficio de gobernar cuando se trata más de fabricar relatos que de enfrentar realidades. Desde que Donald Trump, en funciones como presidente de Estados Unidos, decidió imponer un arancel del 25% a México y Canadá, el gobierno mexicano se apresuró a vender la historia de que Claudia Sheinbaum, con una sola llamada, logró lo impensable: frenar la embestida proteccionista del republicano.

Pero no. No fue Claudia.

La verdadera razón detrás de la suspensión de los aranceles no es la destreza diplomática de Sheinbaum ni el genio negociador de la 4T. Fue el dinero. Fue el lobby empresarial y la presión del Congreso de Estados Unidos los que evitaron que Trump llevara a su propio país a una crisis inflacionaria en los primeros meses de su segundo mandato.

Cuando Wall Street llama, Trump obedece.

Los congresistas estadounidenses no estaban dispuestos a ver cómo una guerra comercial mal planeada desmoronaba la economía de su país. Una carta enviada a la Casa Blanca por legisladores demócratas dejó claro lo evidente: si Trump seguía adelante con su disparate, los primeros en pagar las consecuencias no serían los mexicanos ni los canadienses, sino los estadounidenses de a pie.

Porque, ¿qué pasa cuando suben los precios de alimentos, automóviles y tecnología? ¿Y cuando las empresas estadounidenses que dependen de la manufactura mexicana ven afectadas sus cadenas de producción? ¿Y si la inflación vuelve a escalar cuando el nuevo gobierno apenas comienza a tomar forma? Ese es el tipo de problema que sí preocupa en Washington.

Así que la Casa Blanca cedió, pero no porque Sheinbaum lo pidiera, sino porque el dinero habla más fuerte que cualquier llamada desde Palacio Nacional.

El espejismo de la “diplomacia” mexicana.

Mientras tanto, en México, el gobierno corrió a vender la narrativa de la “diplomacia efectiva”. La versión oficial es que Sheinbaum, con su temple sereno y sus palabras bien medidas, convenció a Trump de que los aranceles eran un error.

La realidad es mucho más simple: Trump no atiende razones, solo atiende intereses.

Si México quisiera tener una verdadera estrategia de defensa comercial, ya habría movido sus piezas en otros frentes: presionando desde el T-MEC, alineando a los sectores empresariales o buscando aliados en el Congreso de EE.UU. en lugar de depender del humor de un presidente con tendencias proteccionistas. Pero no. Aquí se prefirió la auto-felicitación y el espejismo de la influencia.

¿Y qué pasa cuando ya no convenga salvar a México?

Lo más preocupante es lo que viene después. Trump sigue con su agenda de endurecer medidas comerciales y migratorias. Este episodio fue solo un ensayo. Ahora que ha vuelto oficialmente a la Casa Blanca, tiene el poder y la intención de seguir apretando a México cuando le convenga. Y lo hará.

El gobierno mexicano no puede depender de que el Congreso de EE.UU. intervenga cada vez que Trump toma una decisión perjudicial. Se necesita una estrategia real, no solo reacciones tardías y discursos triunfalistas.

Mientras tanto, sigamos celebrando las “llamadas imaginarias” y el “triunfo diplomático” de Sheinbaum. Porque si algo ha demostrado este gobierno es que la narrativa importa más que la realidad.

Y así, mientras la diplomacia mexicana se queda en cuentos, Trump y su Congreso siguen escribiendo la historia real.

Artículos Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También puede ver
Close
Back to top button