EN VISTO

¿Quién está detrás de la campaña misógina?
Por Dora de la Cruz
La violencia contra las mujeres, esa que se origina en la cultura machista, sigue presente en las calles, en espacios públicos y privados, y ha llegado también a la era digital, donde la impunidad alcanza cifras alarmantes, porque en la mayoría de los casos, el agresor se oculta bajo el anonimato de los llamados bots.
Erradicar las diferentes formas de violencia contra las mujeres, es una meta que ningún país ha logrado. A 30 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, los avances han sido lentos, y además están surgiendo nuevos desafíos, como atender, prevenir y erradicar la violencia digital, con la que todas las mujeres estamos lidiando.
Alzar la voz como mujer y opinar, sigue siendo causa de violencia digital por razón de género; una forma de agresión que se identifica por el uso de un lenguaje que descalifica, refuerza estereotipos machistas o misóginos, minimiza o ridiculiza a la persona, y ataca la vida privada con la intención de intimidar o controlar.
La elección judicial no estuvo exenta de la violencia digital por razón de género, Tania Contreras, candidata a magistrada del Supremo Tribunal de Justicia de Tamaulipas, fue un caso claro de violencia de genero; ella no se quedó callada y denunció ante las autoridades del Instituto Electoral de Tamaulipas, las cuales obligaron al medio de comunicación Código Magenta, a bajar la información falsa que difundieron con el fin de descalificarla como aspirante al Tribunal Judicial. Sin embargo, ¿dónde queda la reparación del daño? La impunidad sigue permeando los casos de violencia digital política por razón de género.
El caso de Tania Contreras no es simplemente “otro caso más” de violencia contra las mujeres. Detrás del ataque a Tania no solo hay misoginia: hay una estrategia política y judicial. Una guerra sucia impulsada desde el poder que, por años, ha protegido con toga y mazo al exgobernador prófugo, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, y que ahora opera a la defensiva frente a un proceso de apertura judicial sin precedentes.
Lo que ha sucedido con Tania Contreras debe ser un parteaguas. No basta con exigir una disculpa pública del medio que la violentó. Se necesita una reparación integral del daño, porque esta violencia ha sido utilizada para incidir en un proceso institucional. Pero también es urgente que la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales y la Unidad de Inteligencia Financiera investiguen a fondo: ¿quién está detrás de la campaña en su contra?, ¿qué intereses se están tocando?, ¿quién financia esta embestida?
Esta elección judicial no puede ser manchada por el silencio, ni por la normalización de la violencia de género. Tania no es solo una víctima; es una alerta. Porque si en la primera elección abierta para magistraturas, el costo para las mujeres candidatas es la difamación, sin consecuencias para los responsables e involucrados, estaríamos sentando un precedente frente a lo que nunca debió ser.
Un precedente que, en la construcción del nuevo estado de derecho y justicia, cuando se están derribando las viejas estructuras de corrupción y complicidades, mantiene raíces en el pasado vergonzoso, contaminando de origen el nuevo orden anhelado.