Los antivacunas sigue en aumento, facilitando el resurgimiento de enfermedades prevenibles como el sarampión y la tos ferina
Ciudad Victoria, Tamaulipas.– El doctor Daniel Carmona Aguirre recibe a los reporteros con gesto serio y habla de los antivacunas. La conversación fluye entre datos alarmantes y una preocupación evidente. “Hemos olvidado la importancia de vacunarnos”, dice sin rodeos.
Desde el año 2000, el escepticismo hacia las vacunas ha crecido exponencialmente. Un fenómeno iniciado en Inglaterra, que con el tiempo se ha convertido en un problema global. “Comenzaron a difundir la idea errónea de que las vacunas son peligrosas, y eso ha provocado un retroceso sanitario enorme”, lamenta Carmona.
Un brote que enciende alarmas
El especialista en epidemiología explica que la falta de vacunación ha propiciado el resurgimiento de enfermedades erradicadas. El reciente brote de sarampión en Texas, Estados Unidos, ha encendido las alarmas sanitarias en la región.
“En Tamaulipas hay muchos niños sin la vacuna del sarampión. No es por falta de dosis, sino porque los padres no los llevan a vacunar”, advierte.
De acuerdo con datos históricos, la última epidemia significativa de sarampión en México ocurrió entre 1989 y 1990, con 89,163 casos registrados.
Los antivacunas, un enemigo silencioso
Carmona enfatiza que la negativa a vacunarse ha formado grandes grupos de niños vulnerables, facilitando la propagación de enfermedades que ya deberían estar controladas.
“No solo es el sarampión. También la tos ferina es un riesgo latente”, alerta. Su llamado es claro: “Estemos preparados. No podemos permitir otro brote epidémico”.
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