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El PRI Tamaulipas, una moneda de cambio

 

Por Alan Morales

En medio de controversias internas, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se enfrenta a un dilema que cuestiona sus principios fundacionales.

Originado en la no reelección, un legado del movimiento revolucionario de 1910, el tricolor se encuentra dividido por la propuesta de reelección de su líder, Alito Moreno.

El PRI emergió con un compromiso histórico: evitar la perpetuación en el poder, reflejo de un México post-revolucionario que buscaba evitar la concentración de poder en unas pocas manos.

Sin embargo, la reciente centralización de decisiones bajo Alito Moreno ha polarizado a la militancia, especialmente en estados como Tamaulipas, donde la crítica es palpable.

En la decimocuarta asamblea del PRI se aprobó la reelección de Alejandro “Alito” Moreno como presidente del CEN por un periodo de ocho años.

Los delegados tamaulipecos que respaldaron su continuidad se hicieron visibles ante las cámaras.Entre los asistentes destacaron figuras prominentes del PRI en Tamaulipas:

El ex candidato al Senado, Arturo Núñez; Adela Manrique, presidenta del PRI en Valle Hermoso y candidata a regidora; Tino Arón Sáenz, Secretario de Organización del Comité Estatal; Mayra Ojeda, candidata reelecta a la regiduría en Madero; Felipe González, delegado del CEN en Tamaulipas; y Ramiro Ramos.

Sin embargo, no todos compartieron el mismo entusiasmo; Benito Sáenz votó en contra de la reelección, al igual que Juan Machuca y Leti Barrera, candidata a regidora en Nuevo Laredo.

Al igual que medio centenar de militantes, ex diputados, alcaldes y senadores del Estado.

Alito Moreno ha consolidado su poder al grado de decidir todas las candidaturas, desde regidores, alcaldes, hasta diputados, bajo su criterio exclusivo.

Esta práctica ha desencadenado acusaciones de autoritarismo y una pérdida de la democracia interna, alejándose del espíritu inclusivo que el PRI alguna vez representó.

La reelección propuesta por Alito Moreno no solo desafía los principios del PRI, sino que también amenaza con fracturar aún más a un partido ya debilitado por expulsiones y divisiones internas.

Muchos militantes ven en esta decisión una negociación personal más que un compromiso partidista genuino, temiendo que el PRI se convierta en una moneda de cambio para intereses individuales.

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