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EN TÉRMINOS COLOQUIALES

El IETAM derrocha millones

Por Alan Morales

Mientras en Tamaulipas la ciudadanía desconoce a sus candidatos para la elección judicial, ignora de qué color serán las boletas y mucho menos dónde estarán ubicadas las casillas, los consejeros del IETAM parecen estar en otra realidad.

El fracaso en la difusión del proceso electoral contrasta con el bienestar económico y las comodidades que disfrutan quienes deberían garantizar la participación democrática.

El presidente del IETAM, Juan José Guadalupe Ramos Charre, no tiene razones para preocuparse por la apatía ciudadana o el desinterés creciente en el proceso judicial electoral.

Su ingreso mensual, que incluye un sueldo base de 46 mil 504 pesos y una compensación que ronda los 80 mil pesos, supera los 120 mil pesos.

Todo esto, mientras la gente ni siquiera sabe qué día se vota.

De hecho, el IETAM no solo tiene salarios envidiables, también cuenta con un presupuesto millonario. Para este año, el Congreso del Estado autorizó una ampliación presupuestal de más de 31 millones de pesos, elevando el total asignado al órgano electoral a casi 246 millones de pesos.

Sin embargo, esta inversión no se traduce en información clara para los votantes, ni en estrategias efectivas de participación ciudadana.

La desconexión es alarmante. En lugar de informar y motivar al electorado, los consejeros del IETAM parecen enfocados en mantener sus privilegios.

En conjunto, los siete integrantes del consejo perciben más de 6.6 millones de pesos anuales, entre sueldos, compensaciones, gratificaciones y aguinaldos.

A esto se suma el uso discrecional de vehículos oficiales de modelo reciente.

Los consejeros han recibido compensaciones por 2.3 millones de pesos y aguinaldos por 2.2 millones.

Y como si no bastara, también se han registrado gastos menores pero escandalosos como un bote de agua purificada y hasta chocolates Ferrero Rocher, todo cargado al erario público.

El IETAM ha destinado hasta 30 mil pesos a una comida en el Casino Victorense sin entregar informe alguno sobre el motivo del gasto.

¿Cómo confiar en una institución que parece más interesada en mantener su comodidad que en garantizar procesos democráticos transparentes y participativos? ¿Quién vigila al árbitro cuando el árbitro vive tan cómodo?

El IETAM tiene una deuda pendiente con la ciudadanía, rendir cuentas, informar con claridad y, sobre todo, demostrar que está a la altura de la responsabilidad que le fue conferida, pero, a como se ven las cosas, todo apunta a un rotundo fracaso.

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