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Mas allá de la outfit

Por Dora de la Cruz

La semana pasada, Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos. La tendencia en redes sociales fue el sombrero de Melania Trump, esposa del mandatario. Este hecho refleja la crítica hacia las mujeres basada en su apariencia, ya que su figura fue sometida a un escrutinio centrado en su imagen personal. Este tipo de juicios, perpetrados por los medios de comunicación, alimentan la idea de que el valor de una mujer depende de su apariencia. Estas narrativas tienen raíces profundas en el machismo y los estereotipos de género que aún prevalecen en nuestra sociedad.

La ropa de las esposas de los presidentes sigue siendo parte de la narrativa periodística, incluso en la actualidad, cuando la lucha feminista ha logrado avances significativos en la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

La crítica hacia estas mujeres, que de diversas formas influyen en la vida política de un país, se enfoca en aspectos triviales como su vestimenta. En el caso de Melania Trump, los medios dedicaron espacios para detallar si su atuendo era de tal o cual diseñador, llegando incluso a comparar el vestuario que utilizó en ambas ceremonias de toma de posesión de su esposo.

En México tampoco somos la excepción. Cuando Claudia Sheinbaum asumió la presidencia, los medios dedicaron espacios a hablar de la ropa que usó, un enfoque que, desde el punto de vista periodístico, no aporta nada al análisis de su desempeño como mandataria. Criticar el atuendo de una política desvía la atención de los temas realmente importantes. Cuando los titulares se enfocan en su ropa, se minimizan sus logros, propuestas e ideas.

Este fenómeno responde a una cultura machista profundamente arraigada en nuestra sociedad, incluso en aquellas con altos niveles educativos. Esta cultura sigue perpetuando roles de género que ya no son vigentes. Hoy en día, las esposas de los gobernantes desempeñan un papel crucial en la vida política nacional e internacional. Muchas de ellas opinan y participan en decisiones importantes porque son una parte fundamental de las parejas presidenciales. Ya no son simplemente “primeras damas”; son figuras políticas que inciden en la agenda pública.

Por ello, los medios de comunicación deben dejar de incluir notas sobre “su ropa” y comenzar a hablar de su liderazgo político. Este cambio es una oportunidad para que los medios retraten una sociedad igualitaria y promuevan la equidad tanto en el ámbito público como en el privado. Escribir las historias completas y dejar de invisibilizar a las mujeres es un compromiso que no puede esperar.

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