EN VISTO

La delgada línea entre exigir justicia y repetir la violencia
Por Dora de la Cruz
El caso de Ximena “N”, la conductora que agredió a un policía en Ciudad de México, usando un discurso racista contra el agente de tránsito de la ciudad de méxico y el otro de un estudiante que golpeó a su profesor de la Universidad Politécnica de Tulancingo, presuntamente tras ser víctima de hostigamiento, deben profundizarse; en qué momento se rompe esa línea delgada que se convierte en lo mismo que se está denunciando.
Ambos casos han desatado un debate en redes sociales sobre los límites de la libertad de expresión, la discriminación racial y el uso de la violencia como forma de respuesta. La violencia no debe ser el camino para restaurar la justicia que el Estado deberá garantizar.
En el caso de Ximena “N”, acusada de racismo, ella fue agredida por un grupo de personas al salir del juzgado, situación que terminó por evidenciar otra forma de violencia; el video se viralizó; pero además, en pleno recinto de justicia, se repite un ciclo que parece imposible de romper. La justicia debe venir del estado, no delegarla en la calle, ni dejarla en manos del hartazgo social, porque es ahí donde está el punto de quiebre.
El otro caso del estudiante que golpea a su profesor, en un salón de clases de la de la Universidad Politécnica de Tulancingo, presuntamente en respuesta a un caso de bullying, evidencia cómo, el joven golpea físicamente al profesor, mientras que alumnos graban la escena, la que posteriormente también se viralizó, tema que en redes sociales abrió todo un debate a favor y en contra de usar la violencia, como camino de la justicia.
Combatir la violencia con más violencia ha sido, por años, un dilema que polariza a la sociedad y divide a los expertos. Sin embargo, en México, las políticas públicas en materia de seguridad durante el sexenio de Felipe Calderón, dejaron un aumento de la violencia en el país, al usarla como estrategia nacional.
Por otra parte, la llamada política de abrazos, no balazos, ha sido cuestionada y utilizada para el golpeteo político, durante el
mandato de Andrés Manuel Lopez Obrador.
Lo cierto es que en países con altos niveles de seguridad, se ha demostrado que la transformación real, llega con justicia, con verdad, con reparación, no con venganza. Por su parte, en el gobierno de Claudia Sheinbaum, la política de seguridad, rompió con “los abrazos no balazos”, por un estrategia de la legalidad, de combatir la impunidad, detenciones y despliegue de seguridad en los estados, sin embargo, en algunas zonas existen focos rojos que aún falta por avanzar.
Pero más allá de las políticas públicas, ¿qué estamos haciendo como sociedad?, en casa, en las escuelas, en los centros de trabajo
¿Qué estamos enseñando?, porque mientras grabamos videos de pleitos para subirlos a redes, la violencia se normaliza. A veces sirven para exigir justicia, sí, pero muchas otras solo alimentan el morbo. La respuesta no está en los likes ni en lo viral, está en lo que decidamos cambiar desde lo cotidiano, desde tu espacio, desde tu lucha por la legalidad, porque si la justicia no llega a través de la autoridad, se descompone más el tejido social.
No se trata de defender a nadie, se trata de que el estado mexicano, responda con justicia a cada caso de impunidad, sin excepción.