EN VISTO
Se les acabaron las mentiras
Dora de la Cruz
Es interesante observar cómo se desmorona la fuerza política del Partido Acción Nacional en el Congreso del Estado, encabezada por figuras como Ismael García Cabeza de Vaca y Gerardo Peña. Ambos representan al grupo político cabecista, que concentró poder durante el sexenio pasado. Sin embargo, el escenario actual expone una caída evidente de lo que se autodenomina “oposición”, aunque en los hechos carece de la calidad moral necesaria para sostener ese título.
Lo único que esta supuesta oposición ha demostrado, una y otra vez, es que sus discursos basados en mentiras y estrategias mediáticas ya no tienen cabida en el contexto político actual. La narrativa que antes les permitía posicionarse como un contrapeso legítimo ahora se desmorona, dejando al descubierto su incapacidad para proponer alternativas reales y coherentes, es decir se les acabaron sus mentiras.
Al Congreso del Estado pocas veces se presenta el diputado plurinominal Ismael García Cabeza de Vaca, cuya curul parece tener un propósito claro: blindar su figura ante las denuncias en su contra por presuntos actos de corrupción, actualmente investigados por la Fiscalía General del Estado. Conocido en su momento como un político introvertido cuyo paso por el Senado fue prácticamente inadvertido, ahora, como diputado local, sigue mostrando un perfil que poco aporta al debate legislativo de Tamaulipas.
En el caso de Gerardo Peña, es necesario hacer un análisis crítico de su desempeño como exsecretario general de Gobierno durante el pasado sexenio cabecista. Peña, quien ahora ocupa una diputación, es recordado por decisiones que afectaron profundamente a sectores vulnerables, como la eliminación de becas y apoyos destinados a familiares de personas desaparecidas. Además, el gremio periodístico padeció un gobierno que sembró miedo y prácticamente desvaneció la libertad de expresión. Los medios de comunicación enfrentaron una crisis que afectó directamente a periodistas, quienes sufrieron censura y amenazas en un contexto de represión.
También, Gerardo Peña, fue un operador político eficiente, pero en contra del pueblo tamaulipeco. Su discurso actual sobre supuestas injusticias no pasa de ser una retórica vacía, carente de impacto real o de propuestas constructivas.
Hoy, ambos diputados utilizan la tribuna para denunciar supuestas persecuciones políticas. Tal es el caso de Ismael García, quien se atrevió a decir en la tribuna del congreso, que su hermano, el exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, es un perseguido político. Sin embargo, estas declaraciones contrastan con la memoria colectiva de las y los tamaulipecos, quienes recuerdan los años de abuso, corrupción y control autoritario que caracterizaron a esta cúpula de poder. Las denuncias en su contra no son simples señalamientos, sino casos documentados en procesos legales.
Por eso, la intervención de la diputada de Morena, Úrsula Salazar, la semana pasada en la tribuna legislativa, fue un momento clave. Con firmeza, puso en su lugar al diputado Ismael García, recordándole todo el daño que su gobierno le hizo al pueblo de Tamaulipas. Su respuesta dejó al diputado sin palabras y expuso la fragilidad del discurso de quienes hoy se presentan como una oposición legítima.
El cabecismo se perfila como una de las principales causas del fin de un ciclo político para el Partido Acción Nacional en Tamaulipas. Las estrategias basadas en manipulación, amenazas y actos de corrupción que les permitieron concentrar poder durante años han terminado por desgastar su credibilidad.
El verdadero reto para la oposición es reconstruir su papel como una fuerza genuina y propositiva. Sin embargo, mientras el cabecismo siga ocupando espacios estratégicos, esto parece más un deseo lejano que una posibilidad real. El Partido Acción Nacional debe reconstruirse con líderes que realmente amen a Tamaulipas y a su gente, líderes comprometidos con el bienestar colectivo, para así poder continuar siendo una parte relevante de la democracia en el estado.
