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POR LA LIBRE

Diálogo y responsabilidad

Por Edelmira Cerecedo García

En la vida universitaria, pocas señales son tan claras de madurez institucional como la capacidad de resolver diferencias en la mesa de negociación. Este 12 de agosto, la Universidad Autónoma de Tamaulipas y el Sindicato Único de Trabajadores de la UAT (SUTUAT) lograron lo que hace apenas unas semanas parecía complicado: la firma del Contrato Colectivo de Trabajo 2025 sin llegar al extremo de un paro laboral. Un acuerdo que, más que un trámite, es un mensaje político y administrativo de gran relevancia.

El rector Dámaso Anaya Alvarado, junto con la dirigencia sindical encabezada por José Luis Castañón Ramos, demostró que la negociación no tiene por qué ser una guerra de trincheras. La revisión contractual, lejos de convertirse en un pulso de fuerza, se transformó en un ejercicio de cooperación que fortaleció tanto las prestaciones y condiciones laborales como la estabilidad financiera de la Universidad.

En un país donde no son pocas las instituciones que enfrentan conflictos laborales prolongados, huelgas que paralizan semestres enteros y crisis presupuestales que ahogan la calidad académica, el caso de la UAT se distingue por su manejo político inteligente. El rector Anaya ha reiterado que su prioridad es mantener un equilibrio: reconocer y atender los derechos de los trabajadores sin hipotecar el futuro académico ni la viabilidad financiera de la institución. Esa es la clase de responsabilidad que no se ve, pero que sostiene la vida universitaria día a día.

El acuerdo alcanzado no solo resuelve el calendario laboral de este año: sienta un precedente. Rectoría y sindicato han enviado un mensaje claro de que la Universidad es más fuerte cuando sus actores principales actúan como aliados y no como adversarios. El diálogo, la apertura y la cooperación que se vivieron en esta negociación no son frases bonitas para el boletín; son la razón por la que hoy la UAT mantiene su marcha sin interrupciones y con una comunidad laboral motivada.

La política universitaria, como la del país, se mide por resultados. Y el resultado de este proceso es contundente: una Universidad unida, un contrato colectivo fortalecido y una comunidad académica que puede seguir enfocada en lo esencial: formar generaciones que transformen Tamaulipas. La firma del convenio es también una victoria para el liderazgo de Dámaso Anaya, que ha demostrado que gobernar una universidad exige más que administrar recursos: requiere visión, paciencia y la convicción de que el consenso es siempre mejor que la confrontación.

Hoy, la UAT no solo evitó una huelga; ganó un ejemplo de gobernabilidad que debería inspirar a otras instituciones. Porque, al final, el verdadero poder universitario no radica en la imposición, sino en la capacidad de construir juntos el futuro.

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