ANTÍTESIS

La clase media, el pilar olvidado en México
Mario Flores Pedraza
En los discursos públicos y en las políticas gubernamentales, la atención suele centrarse en dos extremos: los más pobres, que requieren apoyo y subsidios para sobrevivir, y los más ricos, cuyas inversiones y decisiones moldean la economía del país. Pero en ese enfoque dicotómico se deja de lado a la clase media, ese segmento de la población que, en muchos sentidos, sostiene la República.
La clase media en México representa un amplio espectro de ciudadanos que trabajan todos los días para mantener una vida digna y con estabilidad. Se levantan temprano, enfrentan el tráfico para llegar a oficinas, talleres, consultorios o negocios. Pagan impuestos, contribuyen al sistema de seguridad social, consumen y generan demanda en la economía. En pocas palabras, mantienen en funcionamiento el engranaje del país.
Sin embargo, la realidad de la clase media es compleja. Se encuentra atrapada entre la incertidumbre económica y la falta de políticas que la impulsen. No califica para los programas de asistencia social, pero tampoco goza de los privilegios y contactos de la élite económica. La inflación, los impuestos y la precarización laboral amenazan su estabilidad. La vivienda se vuelve inaccesible, la educación privada es costosa y el sistema de salud público es insuficiente.
A pesar de estos desafíos, la clase media es ambiciosa y aspira a una mejor calidad de vida. Invierte en la educación de sus hijos, ahorra para una propiedad, busca emprender y progresar. Su dinamismo económico y su capital humano son esenciales para el crecimiento del país. Pero cuando se le ignora o se le castiga con impuestos y regulaciones excesivas, su movilidad social se estanca, debilitando el potencial de desarrollo de México.
Si se quiere fortalecer la República, es urgente reconocer a la clase media como un actor central. Políticas públicas que incentiven el emprendimiento, reduzcan la carga fiscal y mejoren la educación y la salud serían pasos esenciales. No se puede construir un país próspero si se ignora a quienes lo sostienen en el día a día. La República no es solo de los extremos; su estabilidad está en el equilibrio, y ese equilibrio lo proporciona la clase media.