EN TÉRMINOS COLOQUIALES
El “no pasa nada” es un lujo que Tamaulipas no puede permitirse
Por Alan Morales
En tiempos donde la realidad ya no puede ocultarse con frases vacías, el discurso del “no pasa nada” parece haber quedado en el pasado.
Sin embargo, aunque el Gobernador Américo Villarreal ha sido claro al reconocer los problemas de seguridad en las brechas de la frontera, vemos cómo el secretario de Turismo Benjamín Hernández, sigue “refriteando” las mismas líneas de consuelo del PRIAN, a pesar de los evidentes riesgos que la situación presenta.
En la reciente alerta emitida por el Consulado de Estados Unidos en Matamoros se advierte sobre la presencia de minas o artefactos explosivos en algunos caminos rurales, un problema que no puede pasarse por alto.
Sin embargo, Hernández, en un afán por restar importancia a la alerta, comentó con ligereza: “Fíjate que voy regresando de la frontera, manejé de noche y no hay ningún problema”. Esas palabras, lejos de tranquilizar, podrían generar una falsa sensación de seguridad.
Mientras tanto, el Gobernador ha sido más pragmático al respecto, reconociendo la existencia de estos riesgos. En sus declaraciones, dejó claro que se están tomando en cuenta las alertas internacionales, y que las medidas de seguridad están en marcha para acotar el problema.
En efecto, la reciente implementación de diez equipos especiales para la detección de explosivos en la zona limítrofe del estado es un paso positivo, dado que los grupos criminales continúan intensificando su disputa territorial con el uso de artefactos explosivos.
Es cierto que el gobierno estatal mantiene una presencia activa en la frontera y que los esfuerzos para atraer al turismo siguen siendo una prioridad. pero la retórica de “no pasa nada” en relación a un problema tan serio como la seguridad no puede ser el mensaje oficial, ni tampoco un argumento para seguir promoviendo la zona sin reconocer la vulnerabilidad latente.
El turismo en Tamaulipas, especialmente el cinegético y el de salud, sigue siendo una fuente importante de ingresos, pero su afluencia depende de la confianza que los visitantes tengan en la seguridad del lugar.
Por eso, aunque el secretario de Turismo siga insistiendo en que las alertas consulares no tienen impacto real, la realidad es que estos incidentes generan un desgaste en la percepción de los posibles turistas.
El gobernador ha sido más realista al mencionar que la población está consciente de los riesgos y debe evitar las áreas de mayor peligro. La seguridad, como se ha dicho tantas veces, no es un tema para tomar a la ligera ni para maquillar con discursos vacíos.
El “no pasa nada” es un lujo que Tamaulipas no puede permitirse.