EN VISTO

Ya lo dijo y no se los mandó decir
Por Dora de la Cruz
El nepotismo, término que se originó en la Edad Media para describir la práctica de los papas que nombraban a sus parientes como cardenales, en su mayoría, sobrinos, que tiene su raíz en la palabra latina nepos, que significa “sobrino”. De ahí, esta costumbre de heredar los cargos se trasladó al poder político y a otras esferas legislativas.
Por esta razón, el nepotismo ha estado prohibido desde hace décadas. Su prohibición y sanción efectiva se consolidó con las reformas de 2015 y 2017 en el marco del combate a la corrupción. Estas medidas legislativas continúan modificándose para erradicar esta práctica en el ámbito público y evitar que los cargos sean ocupados por hijos, hijas y familiares, perpetuando así un sistema donde “todo queda en familia”.
A algunas familias de políticos no les cayó nada bien la reforma enviada por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, al Senado. Dicha reforma prohíbe el nepotismo en materia electoral y fue aprobada con modificaciones para que entre en vigor hasta 2030, en lugar de 2027, como fue la propuesta inicial de la mandataria. Sin duda, se trata de una reforma que altera los planes para la próxima elección intermedia.
Aunque esta reforma no aplicará en 2027, es probable que la clase política leal a la Cuarta Transformación y al gobierno de la presidenta Sheinbaum actúe como si sí entrara en vigor en esa fecha. Esto con el fin de acatar las disposiciones e impedir que familiares de quienes dejan sus cargos sean postulados como candidatos.
Obviamente, este sería el caso de Carlos Peña Ortiz, alcalde de Reynosa, quien, junto con su madre, Maki Ortiz, ha gobernado la ciudad durante 11 años. Con la nueva legislación, tendrían que frenar su “testamento político” y permitir la llegada de figuras desligadas de su familia, cuyo gobierno, por cierto, ha aportado poco al desarrollo de esta ciudad fronteriza.
Lo mismo aplicaría para los Canturosas, de Nuevo Laredo. En esta familia, el hermano de la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas, Carlos Enrique, quien también fue alcalde de este municipio, ya está haciendo “ojitos” a la candidatura para la gubernatura.
“Quien tenga oídos, que oiga”, dice una máxima popular. La presidenta Sheinbaum ya lo dejó claro en la mañanera: si no se aplica lo que dice la ley contra el nepotismo en las próximas elecciones, seguramente perderán. Su propuesta inicial planteaba que la reforma entrara en vigor en 2027, no en 2030, como finalmente aprobó el Senado con modificaciones. Para ella, la aplicación de esta norma es un hecho en 2027, así que el mensaje ya está dado, ya se los dijo y no se los mando decir.
Esta ley moverá, seguramente todas las proyecciones políticas para las elecciones intermedias, en las que, en el caso de Tamaulipas, se renovará el poder legislativo local, saldrán las candidaturas federales para la Cámara de Diputados y las alcaldías. El nepotismo deberá ser un tema central en la contienda para que, al llegar a 2030, esta práctica desaparezca. Sin embargo, la oposición—PRI y PAN— no ha mostrado escrúpulos en incluir a sus familiares en el Senado, diputaciones y regidurías, haciendo de los cargos de elección popular una forma de vida.