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El reto de rescatar obras abandonadas

Por Dora de la Cruz

La obra pública siempre fue el pastel que se repartían quienes asignaban los contratos, muchas veces a empresas fantasma o a las llamadas ”pantalla”. Prueba de ello, son las obras que quedaron abandonadas y que el actual gobierno estatal tuvo que retomar para concluir, luego de permanecer abandonadas por más de una década.

Hospitales, carreteras, puentes, fueron proyectos millonarios que se gastaron con amigos constructores, sólo para el proyecto ejecutivo, sabiendo que no se iba ejecutar la obra; se planeó cómo sacar el dinero, pero además, el diez, que se volvió hasta más de treinta, se quedaba en los bolsillos de algunos funcionarios. Ahí tenemos el caso del ex titular de obras públicas, Pedro Hernández Carrizales, que estuvo en la cárcel, por actos de corrupción en la carretera Rumbo Nuevo.

La administración de Américo Villarreal ha tenido que entrarle a las obras que otros sexenios dejaron tiradas, como es el caso de la autopista Ocampo-Tula, en la que pasaron 17 años, es decir casi tres sexenios, para que otro Gobierno, retome y lleve hasta concluir la construcción, de esta obra que promete colocar a Tamaulipas en el
centro de la logística y los servicios del país.

Con un avance del 87 por ciento, una inversión de 8 mil 600 millones de pesos, esta supercarretera, con su Túnel que será uno de los más grandes del país, cuenta con las medidas de seguridad para su operación, un sistema de monitoreo, ventilación, conectividad a internet y líneas para comunicación en tiempo real.

Es esta, la puerta grande al comercio internacional, por la conectividad del transporte de importaciones y exportaciones del bajio y pacifico, por los puertos de Altamira y Tampico, que desencadenará una impacto económico en la zona sur de Tamaulipas; esta obra forma parte del paquete de proyectos estratégicos que están transformando Tamaulipas.

Actualmente está por concluir la sede de la Agencia Nacional de Aduanas; recientemente acaban de asignar los trabajos del primer tramo de la segunda Línea del Acueducto Guadalupe Victoria, vía concurso de quien llevará a cabo los trabajos, cuya inversión inicial por un monto de 500 millones de pesos se incluye en el presupuesto general de mil 800 millones de pesos, a lo que se suma una nueva planta potabilizadora que ya construye el Estado, entre otras obras complementarias por 600 millones de pesos, como acciones que dejarán beneficios directos e indirectos para toda la población.

A los gobernadores se les recuerda por sus obras; ahí tenemos el Teatro Amalia G. de Castillo Ledón de Martínez Manotou, además de pavimentar a la capital del estado; la torre de cristal, el Palacio de Justicia y el centro cívico, de Enrique Cárdenas; el Planetario y la Unidad Deportiva, más el primer acueducto de Américo Villarreal Guerra; la ampliación de carreteras de Manuel Cavazos Lerma; el nuevo congreso, la torre, el Polyforum, feria y oficinas del estado en el complejo gubernamental del Parque Bicentenario de Eugenio Hernández; pero los dos últimos sexenios, que fueron los de Egidio Torre Cantú y Cabeza de Vaca, no se les recuerda obra pública.

En el caso de Américo Villarreal Anaya, su sello ya pintó y será el de una política de la obra pública extensa y productiva, mientras que hay quienes no serán recordados, simplemente, porque no dejaron nada que recordar.

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