Columnas

PODER FEMENINO

Diputada Olga Juliana Elizondo Guerra

“Poder” es una palabra coloquial, de uso común, cuyo significado hace referencia a la capacidad de una persona o grupo de influir permanentemente en un espacio determinado. Poder político. Poder económico. Poder social. Poder familiar. Poder personal. Poder interior. En cualquier lugar, el poder está presente.

A pesar de su utilidad a lo largo de la historia de la humanidad, todavía, en pleno siglo XXI, en el imaginario colectivo aun causa ruido asociar al poder con las mujeres, debido a que hemos sido relegadas de la toma de decisiones en las distintas esferas de la vida social, lo que ha obstaculizado el avance de las mujeres hacia un estadio de bienestar, dignidad y autonomía.

No obstante, es importante reconocer los esfuerzos realizados por las propias mujeres y la comunidad en conjunto, para construir una comunidad más igualitaria, que permita desarrollarnos plenamente y contar con las mismas oportunidades de construir para sí mismos un mejor futuro. Menciono varios cambios recientes en el Poder Legislativo federal, de los cuales me ha tocado ser parte.

Desde la participación política, donde hoy día, por primera vez, en el país seis entidades federativas son gobernadas por mujeres y la Cámara de Diputados es integrada paritariamente (250 mujeres y 250 hombres). Esto gracias a la reforma constitucional que aprobamos en la LXIV Legislatura para establecer la paridad de género como un principio para la conformación de los poderes públicos.

En el ámbito laboral, el reconocimiento del trabajo del hogar en la Ley Federal del Trabajo representó un punto de partida para erradicar la precariedad laboral en este tipo de empleo, el cual es desempeñado principalmente por mujeres. Este reconocimiento devendrá en la existencia de un contrato laboral, mejores salarios y seguridad social.

Igualmente, el establecimiento en la Ley General para la Igualdad entre Hombres y Mujeres de la obligatoriedad de empresas públicas y privadas a remunerar igualitariamente la prestación de un mismo trabajo, con la cual se pretende eliminar la brecha salarial de género.

En cuanto al hogar, la actual construcción del sistema nacional de cuidados, que viene de una reforma constitucional en la materia ya aprobada, hará posible una política pública que procure a las personas que cuidan a personas adultas mayores, con discapacidad, niñas o niños; de las cuales, también la mayoría son mujeres.

También se ha promovido la participación de las mujeres y niñas en la ciencia y la tecnología, a través de acciones afirmativas que estimulen su involucramiento, por ejemplo, que las plazas y becas del CONACYT cuenten con perspectiva de género.

En este ámbito, es importante destacar la participación de mujeres científicas en el mundo para la creación de la vacuna contra la COVID-19, así como de las médicas, enfermeras y cuidadoras que han estado en la primera línea del campo de batalla contra esta enfermedad.

Mención especial hago de las mujeres cuyo liderazgo lo ejercen en el campo. En el Legislativo se reformó la Ley Agraria para reducir la desigualdad de género e incluir a las hijas de los ejidatarios a la lista de sucesoras de derechos sobre la parcela.

No menos importante es de las mujeres con discapacidad, que también reclaman ser beneficiarias de las prerrogativas sociales y con las cuales trabajamos para reivindicar el papel de las mujeres en el deporte, el transporte adaptado y el diseño universal de los espacios públicos y los espacios privados de uso público.

De acuerdo con el Foro Económico Mundial, se necesitarían al menos 170 años para cerrar las brechas de género. Cedernos un espacio en el hogar, la educación, el trabajo o la vida pública no ha sido fácil.

Pero avanzamos mucho, todos los días.

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