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ANTÍTESIS

Las desigualdades matan

MARIO FLORES PEDRAZA

El FMI, el Banco Mundial y el Foro económico mundial, han estimado que la pandemia ha provocado un aumento de las desigualdades dentro de los países de todo el mundo.

Cuando se habla de la crisis que ha provocado el COVID, siempre se habla en dos direcciones; una es la crisis de salud y la otra es la crisis económica.

La crítica que deberíamos de hacernos en realidad radica en cuáles son las mejores estrategias para prevenir las muertes a causa del COVID.

A continuación, enlistaré algunos datos tomados de un estudio realizado por la Dra. Nabil Ahmed titulado “las desigualdades matan”.

De marzo de 2020 a noviembre de 2021, la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo se ha duplicado, mientras que se estiman 160 millones de personas que han caído en la pobreza en ese periodo; desde 1995, el 1% más rico ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre del mundo; se estima que el promedio de las emisiones de CO2 individuales de 20 de los billonarios más ricos del mundo es 8,000 veces superior a la de cualquier persona de entre los 1,000 millones más pobres.

Conjuntamente los 252 hombres que más riqueza poseen es equivalente a todos los habitantes que vivimos en África, América Latina y el Caribe.

Las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos 21,30 personas cada día. Como podemos ver estos problemas forman parte de una enfermedad mucho más profunda que la del COVID y más letal.

Esta enfermedad se llama desigualdad y genera que se fragmente la sociedad. Las desigualdades han provocado que la pandemia resulte más prolongada y dañina para la vida en el planeta.

Millones de personas todavía estarían vivas si hubieran recibido una vacuna, pero se les negó esa oportunidad; mientras, las grandes empresas farmacéuticas continúan conservando el monopolio de esta tecnología.

Este apartheid de las vacunas se está cobrando vidas y está alimentando las desigualdades en todo el mundo.

En lugar de vacunar a miles de millones de personas en países de renta media y baja, hemos creado billonarios a costa de estas vacunas, mientras las grandes farmacéuticas deciden quién vive y quién muere.

Por lo que deberíamos preguntarnos realmente si las decisiones que nuestros líderes mundiales están tomando son las correctas.

El aumento de las desigualdades engendra mayores niveles de delincuencia y violencia y menores niveles de felicidad y de confianza.

Las enormes sumas de dinero público que se han inyectado en nuestras economías han inflado drásticamente los precios en los mercados bursátiles, resultando en ganancias sin precedentes para los billonarios.

Los Gobiernos deben invertir esta tendencia y negarse a agravar aún más esta peligrosa, letal y autodestructiva catástrofe, que se traduce en unos niveles de desigualdades extremas sin precedentes.

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