Columnas

CENA DE NEGROS

 

Nomás se escuchó el lloradero…

MARCO ANTONIO VÁZQUEZ VILLANUEVA

Como concierto de plañideras se desarrolló la reunión del gobernador Américo Villarreal Anaya con todos los alcaldes de Tamaulipas, no era para menos, ya que desde que iniciaron labores con los presupuestos que tenían a su encargo no los dejaban comprar ni un lápiz, las obras antes de ser proyectos tenían un dueño, es decir, nomás los que pudieron gestionar recursos federales tuvieron la capacidad de quedar bien con su gente, lo triste es que en general resultaron malos para la gestión, tanto que se ve difícil su reelección, es más, será un milagro que no caigan al bote si no se ponen las pilas y comienzan a soltar las sopas sobre la forma como se desviaron los recursos.

El gobernador, hay que decirlo, resultó hábil, les puso el hombro para que pudieran llorar a gusto, es más, les ofreció un trato directo, ya sin los famosos delegados, también igualitario, fue generoso incluso, les prometió enviar su Plan Estatal de Desarrollo antes de que se publique a fin de que sean los ediles los que propongan lo mejor para sus municipios.

Más allá de lo que venga el acto en si tiene más interpretación política que de proyectos y desarrollo, se trata que los gobiernos municipales, 35 de ellos con el sello del cabecismo, se van sumando a la causa del gobernador Américo Villarreal y se desactiva de esa forma la posibilidad de que se veten reformas constitucionales que va a requerir esta administración en corto plazo, vaya pues, se van abriendo los candados de todo aquel blindaje que los secuaces del exgobernador presumían perpetuos e inviolables, como si fueran pactos eternos.

Digo, también hay que ser claros de que muchos diputados sienten respeto o necesidad por los presidentes municipales, saben que sin ellos no ocuparan el cargo que desean, es más, que podría ser hasta imposible que se reelijan, y quizá por ahí va la cosa.

Por supuesto, los presidentes municipales ya no sienten la presión ni el amor por el cabecismo de hace 17 días, o en el caso de algunos que todavía tienen su corazón latiendo a ese ritmo nomás se trata de no apendejarse, de sobrevivir, de entender que menospreciar la mano que les tendieron era cuestión de vida o muerte política, de su libertad o reclusión en la cárcel de Tamatán.

Obviamente es más que ilustrativo todo el lloriqueo que se escuchó, la demanda de apoyos, de más recursos, de obras, de que los rescaten solo fue un acto de reflejo, pero evidenció la forma como el cabecismo los saqueo a casi todos, a algunos con recursos a otros con predios, a los más con puestos para sus amiguitos y amiguitas, para sus cómplices y socios de los cuales ya se quieren deshacer, pero además los oprimió con amenazas que llegaban desde el Congreso o la Fiscalía Anticorrupción.

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